LA COMUNIDAD DEL VICIO
Serían las 3:20 de la madrugada de aquél Lunes 4 de Abril. Ni Pablo, ni Laura, ni James tenían idea que les acechaba. Un monstruoso peligro oculto a la vista de muchos, incluida yo, ahora que veo como terminó todo, me cuestiono, ¿como es posible que haya permitido que mis hijos se perjudicaran a sí mismos de esa manera? Mientras era de madrugada y yo seguía festejando mi ascenso de puesto en el trabajo, con algunos compañeros. Mis pobres niños estaban en casa, tan solo mirando el televisor. Un aparato novedoso, distinto a muchos otros que el hombre haya inventado, primero surgieron las televisiones analógicas, luego digitales, y la evolución avanzó de poco en poco hasta llegar a ésta terrible chuchería. ¿Inofensiva? ¡Claro! Fue diseñada por una compañía clandestina, y la obtuve en un principio para que los niños pudieran distraerse un rato, nunca pensé en usarla yo. No tenía idea de aquellas codiciosas y enfermas mentes detrás del crimen. Para cuando regresé, Pablo se en